¿Tiene el universo una finalidad? ¿Y el ser humano?
¿Tiene el universo una finalidad? ¿Y el ser humano? Esta es una pregunta que podríamos estar horas y horas pensando y seguramente lo que pensábamos al principio luego, al final tenemos otra opinión totalmente diferente. Lo más importante es comprender lo que es la palabra finalidad ya que la voy a usar constantemente y es bueno saber lo que es. Este concepto hace alusión a todo aquello que posee
un propósito, es decir, que está orientado hacia la consecución de un fin. Así, la finalidad
de un bolígrafo será escribir. Entonces, ¿el universo posee algún propósito? ¿Puede haber algo sin finalidad o todo por el hecho de existir, debe tener un propósito?
Para comenzar, este tipo de interrogantes, no pueden disociarse de los ya planteados sobre el origen del universo. Si este existe como proceso expansivo de una materia eterna, podríamos afirmar que, existe porque existe y sin ningún propósito. Sin embargo, si es el fruto de un proceso creativo, preguntarse la finalidad del universo cobraría mucho sentido. Así podemos preguntarnos, ¿cómo es nuestro universo?, con la intención de dilucidar si las respuestas a estos interrogantes nos acercan o nos alejan de la existencia de una posible finalidad en él.
Podríamos decir que hay dos respuestas a la pregunta, ¿tiene una finalidad el universo? La primera respuesta sería, no si es el resultado de un proceso expansivo pero si es el resultado de un proceso creativo podríamos decir que sí tiene una finalidad.
Para ello desarrollaré los paradigmas actuales que explican el universo. El primero es la física cuántica, esta se ocupa del estudio de la realidad en su dimensión atómica y subatómica. Esta rama de la física abarcaría, por tanto, el estudio de toda la parte de la realidad que no podemos ver. Ahora os estaréis preguntando, ¿cómo algo puede ser realidad si no lo podemos ver? Tenemos que tener muy en cuenta que cuando estamos observando la realidad sólo conocemos una de las infinitas opciones que hay sobre ella. Os propondré un ejemplo: supongamos que decimos a un niño pequeño que no se coma un pastel hasta que termine los deberes. Lo dejamos solo en el salón con sus deberes, es decir, le dejaremos de observar lo cual haría muy posiblemente que el pequeño haga las dos tareas a la vez. No obstante, si nos sentamos a su lado, no nos cabe la menor duda de que obedecerá. Entonces, ¿cuál es el auténtico niño? ¿El que observamos o el que dejamos de observar? La física cuántica, nos dirá que nunca lo sabremos, pues, cuando observamos la realidad determinamos qué realidad es posible y nunca sabremos, por tanto, cómo es en sí misma la realidad. Si profundizamos algo más en el ejemplo, podemos decir que existe más de dos posibilidades, el niño puede optar por otras opciones que al fin y al cabo determinarían la realidad.
Esto supondría, por lo tanto, que la realidad, en estas dimensiones, es indeterminada. Cuando sometemos esta realidad a la observación, solo encontraremos uno de los valores posibles, pero nunca sabremos como es en sí. Por lo que podríamos afirmar, que la física cuántica nos muestra una realidad impredecible, y esto último, por el hecho de serlo, ¿es compatible con una posible finalidad?
Por otro lado, tenemos la teoría de la relatividad de Einstein, la cual presenta cierta complejidad que dificulta su comprensión. Para facilitar su comprensión, recurriré a la paradoja de los gemelos. Esta consiste en lo siguiente: Imaginémonos a dos gemelos, uno se llama Javier y el otro Luis, a Javier lo han enviado al espacio para probar el nuevo cohete que casi alcanzará la velocidad de la luz. Esto hará que el tiempo pase más despacio para Javier. Entonces, para Javier, Luis habrá tardado 20 años en hacer la misión, sin embargo, Luis afirmará que han pasado solo dos meses. Entonces, al reencontrarse, comprobarán que uno es más joven que el otro. En esto consiste la paradoja.
Ahora si yo cambiase el ejemplo y diría que Luis va a viajar en avión y Javier lo va a esperar en su destino, En este caso, ocurriría lo mismo que en el anterior, pero al haber viajado a poca velocidad, este efecto de acortamiento del tiempo será despreciable. Todas estos ejemplos, se relacionan con la magnitud del espacio. A velocidades cercanas a la de la luz, el tiempo no solo se ralentiza, sino que el espacio se contrae. Por ello podríamos decir que tiempo y espacio no son iguales para dos observadores que se mueven a distinta velocidad.
Por lo tanto, las propuestas derivadas de la teoría cuántica y de la teoría de la relatividad de Einstein suponen una crítica demoledora a una visión del universo asociada a una finalidad. Si la realidad, en conjunto, es indeterminada, ¿donde queda entonces el orden? Y, si no existe este último, ¿cómo podemos hablar entonces de finalidad? Esta discusión científico-filosófica se centra, en nuestros días, en estas dos cuestiones. Dilucidar si dicha indeterminación es epistemológica y no ontológica, y esclarecer si dicha indeterminación debe implicar finalidad o ausencia de finalidad.
Por último daré mi opinión, yo creo que el universo no tiene finalidad ya que pienso que ha sido producto de un proceso de indeterminación y por consiguiente no creo que el ser humano tenga una finalidad universal, al fin y al cabo cada uno se da su propio finalidad. Por ejemplo, para un profesor seguramente su propósito en la vida es hacer aprender a las personas y crear una nueva sociedad.
Me ha gustado el proceso de tu disertación, pero no estoy muy de acuerdo con la conclusión. Si no crees en una finalidad, ¿para que luchas? ¿Por qué haces lo que haces?
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